epéntesis
Del lat. tardío epenthĕsis, y este del gr. ἐπένθεσις epénthesis; propiamente 'intercalación'.
1. f. Fon. Adición de algún sonido en una palabra, especialmente en posición interior, como en tendré, del antiguo tenré.
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-Es un término griego formado sobre las raíces epi ‘además’, en ‘en’ y thesis ‘poner’. Se puede traducir, más o menos, como ‘meter en medio’. Se trata de sonidos que se cuelan en el interior de las palabras.
¿Qué significa el término EPÉNTESIS?
-La EPÉNTESIS es
un proceso fonológico que consiste en introducir algún sonido en el interior de
una palabra.
-Cuando nos
equivocamos y decimos en cunclillas estamos incurriendo en EPÉNTESIS, que
consiste en la adición de un sonido a una palabra, sonido que, por otro lado,
constituye una incorrección.
-La EPÉNTESIS es un fenómeno frecuente en el habla
espontánea.
-¿Para qué sirve
la EPÉNTESIS?
-Algunos cantantes
acostumbran introducir vocales de más en la letra de las canciones, de forma
que una noche perpetua puede acabar convertida en noche perepetua.
-Estas adiciones
pueden servir para facilitar la articulación y conseguir así un canto más fluido
e incluso para completar el número de sílabas de un verso.
-A veces, por
analogía con otras palabras suelen emplear EPÉNTESIS. La influencia de
infringir es lo que explica que el verbo infligir acabe convertido muchas veces
en inflingir (forma incorrecta).
-La EPÉNTESIS
puede intervenir incluso en la adaptación de préstamos. Ocurrió en francés, por
ejemplo, con una palabra que se tomó prestada del holandés: bolwerc recibió una
acción epentética en su paso hacia la forma boulevard, que es de donde sale
nuestra versión bulevar.
-¿Ha sido la EPÉNTESIS la causante de la evolución del
latín al español?
-El futuro del
verbo tener debería ser teneré, pero se perdió la vocal del medio y se quedó en
tenré. Esa secuencia debía de resultarles áspera a los formadores castellanos,
porque se convirtió en tendré, que es la forma que ha llegado hasta nuestros
días.
-La etimología de
hombre es realmente curiosa e incluso podría decirse que bastante profunda. Los
latinos tuvieron a bien pensar que el hombre como especie (el ser humano) era
un animal que provenía del suelo (humus en latín). El parecido entre homo y
humus es obvio, pues proceden incluso de la misma raíz indoeuropea; así, un
hombre (homo) es el que sale del suelo (humus).
-La palabra hombre
del latín hóminem perdió la terminación y quedó en hómine. También se perdió la
i, que estaba en una posición muy débil: después de la sílaba acentuada de una
palabra esdrújula. El resultado fue homne. Dos consonantes nasales tan juntas
no les debieron de parecer una buena idea a los castellanos de esa época, así
que transformaron la n en r: homre. Esa solución tampoco los convenció del
todo, por lo que deslizaron una b que dio lugar a la palabra actual: hombre.
-Algunas EPÉNTESIS
que surgieron a lo largo de los siglos se deshicieron después por influencia de
la lengua culta. Eso ocurrió con formas históricas como corónica e Ingalaterra
(hay incluso una obra de teatro de Calderón que se titula La cisma de
Ingalaterra). El caso es que estas variantes volvieron al redil etimológico y
por eso hoy decimos crónica e Inglaterra.
-La EPÉNTESIS es un fenómeno
amplio e importante. Se manifiesta a menudo en la lengua actual y tiene mucho
que ver con los procesos históricos que han ido dando forma al vocabulario a lo
largo de los siglos.
-Casos similares
se presentan en palabras como aereopuerto por aeropuerto, gaseoducto por
gasoducto, indiosincrasia por idiosincrasia.
Aprendamos algo nuevo hoy: un nuevo concepto y una nueva palabra. Les presento la “epéntesis”. Esta palabra viene de una palabra latina, que a su vez venía de una griega, y significaba ‘intercalación’, específicamente de un sonido dentro de un vocablo. Ejemplos de epéntesis lo son “corónica” por crónica, “gorupa” por grupa o “tíguere” por tigre.
La epéntesis sucede en todas las lenguas, tanto natural como deliberadamente. Ocurre en los procesos evolutivos lingüísticos, pero también se usa en la poesía, por ejemplo, para alcanzar una métrica deseada. El sonido insertado puede consonántico o vocálico.
Hoy nos interesa en particular la “e” epentética, es decir, la “e” que se inserta en algún lugar de una palabra.
El asunto comienza según el latín evoluciona hacia el español. A medida que se establecía la estructura fonética del español, se hacía claro qué secuencias de sonidos serían aceptables. Por ejemplo, las combinaciones de consonantes que podían comenzar una sílaba se limitaron a una oclusiva (p, b, t, d, k, g, f) + una “líquida” (r, l), exceptuando las combinaciones “dl” y “tl”. Ejemplos: BLanco, CRisis, DRástico, FLema, GRande, PLebeyo, TRauma, etc.
Debido a esta restricción, una sílaba no podía comenzar con una combinación como “s” + consonante. Los hispanorromanos empezaron a tener problemas pronunciando palabras latinas como scala, schola, scriptura, spatula, spiritum, stadium, status, stomachus. Sin pensarlo, fueron añadiendo, en todos estos casos, una “e” al principio. Este ajuste fonético nos dejó en español innumerables palabras: escala, escuela, escritura, espátula, espíritu, estadio, estatus, estómago.
Con la inserción de esta “e”, se separaba la secuencia impronunciable de consonantes, y se creaba una nueva sílaba: ES-ca-la, ES-ta-dio, ES-cri-tu-ra. Recordemos que la vocal es el núcleo obligatorio de toda sílaba española.
Hoy en día, continuamos añadiendo la “e” epentética cada vez que adoptamos en español palabras extranjeras que comienzan con “s” + consonante. Por ejemplo, ¿qué ha pasado con “scanner”, “scan”, “standard” y “slogan”? Tenemos hoy: escáner y escanear, estándar y eslogan. (De paso, para los fiebrús, cuando la “e” se añade al frente de la palabra, técnicamente se llama “protética”).
El Diccionario de la Real Academia recoge otras palabras del inglés con esa adaptación: estrés, estárter, esprínter y esprintar, esnob y esnobismo, esnifar (de “sniff”, oler una droga), espín (de “spin”), esmoquin (de “smoking jacket”), esplín (de “spleen”, ‘melancolía, tedio vital’), estique (de “stick”, palillo de escultor), esterlina (de “sterling”). Que conste: el que salgan en el diccionario, no significa que hay que usarlas. De otras lenguas, incluye: eslalon (del deporte noruego “slalom”) y espagueti (del italiano “spaghetti”), entre otras.
Fíjense que la dificultad de pronunciar esos grupos consonánticos no se limita al comienzo de las palabras. Se manifiesta también al final de la palabra, en la formación de plurales. Sabemos que si el vocablo termina en vocal, añadimos una “s” y ya está: “casa+s”, “meta+s”, “libro+s”. Pero si la palabra termina en consonante, tenemos que añadir “e” antes de la “s”: color+es, pan+es, reloj+es. Esa “e” también es epentética: nos permite evadir el grupo consonántico incómodo y formar sílabas con vocal como núcleo: co-lo-res, pa-nes, re-lo-jes.
En otras lenguas, estos grupos consonánticos no presentan problemas. En inglés, no hay dificultad en decir: “special”, “state”, “scratch”, o bien “colors”, “tests”, “cars”. Tampoco en español es imposible. Tenemos onomatopeyas o palabras extranjeras cuyos plurales formamos sin “e” epentética, por ejemplo, “zigzags”, “chips”, “cómics”.
Sin embargo, bien sabemos que un aspecto distintivo del “acento” español en inglés es añadir esa “e” al principio... Decir cosas como “Estanley, are you estaying in Espain until Espring? nos confirman que existe una estructura fonética en cada lengua y que, de algún modo, nuestras posibilidades de pronunciación se rigen por ella.
(Publicado en El Nuevo Día el 22 de enero de 2008)
http://maiasherwood.com/columnas-lista/131-la-e-epentetica
https://es.slideshare.net/rosium/etimologia-10090131
https://www.slideshare.net/colegiohumbertomata/metaplasmos-73194392
https://www.slideshare.net/novus/los-fenmenos-lingsticos?nomobile=true
https://issuu.com/santiagosolera/docs/normas-de-etimologia-c-t-1226918777709117-8/60
https://issuu.com/santiagosolera/docs/normas-de-etimologia-c-t-1226918777709117-8
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