No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan
y sostienen las alas de los pájaros.
Soy el destello del diamante sobre la nieve.
Soy el reflejo de la luz sobre el grano maduro,
soy la semilla y la lluvia benévola de otoño.
Cuando despiertas en la quietud de la mañana,
soy la suave brisa repentina que juega con tu pelo.
Soy las estrellas que brillan en la noche.
No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no he muerto.
3 comentarios:
Bello saludable y desmitificante; después de todo, al ser parte de la vida, la muerte no deja de ser una proyección de nuestra alma.
http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
Me emocioné mucho al leer este poema. No me canso de asimilar en cada fibra de mi corazón, tanta sabiduría. Bello y existencial. Cuando algo en uno, se conmueve tanto, es quizá el espiritu, el que habla. Gracias por compartirlo. Te dejo un gran abrazo
Gracias, queridas amigas Laura y Cecilia. por visitar este rinconcito de la red.
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