BIENVENIDOS AL BLOG CON LOS APUNTES DE LIBÉLULA desde el 18 de enero de 2009


BIENVENIDOS AL BLOG CON LOS APUNTES DE LIBÉLULA INICIADO EL 18-01-09


EL
18 DE ENERO DE 2009 COMENCÉ A POSTEAR LOS EJERCICIOS REALIZADOS EN EL TALLER LITERARIO DE *EL CLUB DE LOS POETAS VIVOS*, UN GRUPO DE MSN, QUE ME QUEDARON DE RECUERDO DE AQUELLA ÉPOCA INOLVIDABLE, MUY CREATIVA Y DE GRAN AMISTAD.

Después de publicar los ejercicios literarios, me dediqué a postear textos que me interesaron por su contenido sobre diversos temas humanísticos.

SI ALGÚN VISITANTE OSADO QUIERE HACER LOS EJERCICIOS EN LOS COMENTARIOS, ME ENCANTARÁ COMENTARLO Y/O AGREGARLO.





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jueves, 25 de julio de 2013

90. LA ENSEÑANZA DEL MARXISMO ACTUALMENTE por Federico Zertuche González


 http://www.destiempos.com/n14/federicozertuche_14.htm

Federico Zertuche González, estudió derecho en la Escuela Libre de Derecho de México, D.F., ha sido profesor de Historia de México en el I.T.E.S.M., campus Monterrey, N.L,, así como en la Universidad de Monterrey, antigua Facultad de Derecho de las materias Teoría del Estado, Ideas Políticas y Derecho Internacional Privado. También profesor de Literatura e Historia de México en el Liceo Michoacano de Morelia. Funcionario de la S.R.E. en Asuntos Culturales. Miembro del Servicio Exterior Mexicano de 1980 a 1992, sirviendo en las Embajadas de México en Ecuador, Estados Unidos de América y en Colombia, donde se desempeñó como Agregado Cultural y Primer Secretario para asuntos políticos. Es periodista cultural e internacional, ha sido editor de la revista Bien Común, y colaborador en diversos periódicos y revistas. Finalista al Premio Octavio Paz 1998.



LA ENSEÑANZA DEL MARXISMO ACTUALMENTE por Federico Zertuche González

Es notable y digno de mención que en algunos bachilleratos y universidades mexicanos todavía se impartan clases de marxismo como paradigma o modelo a realizar, al tiempo de recurrir al análisis marxista para estudiar filosofía, historia y economía, así como otras ciencias y disciplinas, como si tuviese plena vigencia y siguiera siendo válido filosófica, científica, ideológica y políticamente.

Aparte de que efectivamente desde hace muchas décadas el marxismo ha sido plenamente contestado y demolido filosófica y científicamente, puestos en evidencia sus falacias y erróneos fundamentos y caer en desuso como teoría o método de análisis con pretensiones científicas; más contundente aún resultó el fracaso de su práctica política en los llamados países de socialismo real: el colapso del comunismo fue escandaloso y patético, una terrible lección que la humanidad no debe olvidar y que vino a confirmar las contradicciones y falacias de sus bases teóricas e ideológicas.

En efecto, los países que padecieron el comunismo real no solo terminaron en estruendosa quiebra económica y devastación ecológica, sino que sus pueblos sufrieron interminables quebrantos en todos sus derechos humanos, conculcadas sus libertades políticas, económicas, civiles, religiosas, individuales y sociales: violados sistemáticamente por dictaduras de partido único amparadas por legislaciones arbitrarias y despóticas cuyos aparatos policiacos represivos y criminales se encargaban de ejecutarlas despiadadamente.

Los múltiples y elocuentes testimonios de campos de concentración y exterminio como el Gulag o Kolima, así como de la sistemática vigilancia y represión de las policías políticas (KGB, Stassi, et al) en contra de la población son innumerables, fehacientes y altamente dramáticos; han sido documentados por las propias víctimas, sus familiares, intelectuales, periodistas e historiadores que han puesto en evidencia los crímenes cometidos para que no sean olvidados y dejar testimonio aleccionador.

El dramatismo de los acontecimientos que provocaron la caída del Muro de Berlín, los hechos previos y posteriores, simbolizan el colapso mundial del comunismo, su rotundo fracaso, la estela de sufrimiento, muerte e innumerables pérdidas humanas y materiales que supusieron sus regímenes: esa pesadilla del siglo XX que sacrificara en el altar de las ideas abstractas a millones de personas concretas, como diría Enrique Krauze.

Y aún así, no obstante toda la inmundicia salida de las cloacas de esos sistemas luego de su colapso, pululan todavía en México algunos comunistas trasnochados anclados en la última glaciación ideológica, que persisten en seguir adoctrinando a los chicos de bachilleres o de universidad (verdaderos cautivos ideológicos), en marxismo y análisis marxista como si fuese la panacea y el ideal a seguir, al tiempo de denostar y presentar como contradictorio, criminal y malvado al capitalismo; es decir, enseñan a los alumnos a despreciar el sistema en el que viven y a calificarlo moralmente como malo y perverso. Del socialismo real, ni una crítica enderezan.

Inculcan en los jóvenes estudiantes, (explotando el idealismo romántico y justiciero propio de su edad), resentimientos, odios e impulsos reivindicatorios al adoctrinarlos mediante ideas seudo científicas como la lucha de clases, el materialismo dialéctico, la necesidad de la revolución violenta para derrocar al sistema burgués, la dictadura del proletariado, la abolición de las clases sociales y de la propiedad privada, el determinismo y monismo económico que pregonan y la instauración del comunismo como panacea liberadora de la explotación capitalista.

No es casual ni debe sorprendernos constatar la presencia de “estudiantes” mexicanos en campamentos clandestinos de guerrilleros de las FARC, levantadas en armas en contra del gobierno legítimo y democráticamente elegido de Colombia, asentados en territorio del Ecuador con la connivencia del gobierno de éste país y apoyados por el sátrapa de Venezuela.

El padre de una de las mexicanas heridas en dicho campamento justifica su presencia alegando que su hija estaba “estudiando”, realizando una “investigación académica”,(aunque se sabe que hace muchos años que dejó la Universidad al concluir el ciclo escolar), justo en un campamento militar subversivo y clandestino, al mando, ni más ni menos, que del segundo jefe de las FARC, uno de los terroristas más buscados por el que se ofrecía una millonaria recompensa; en medio de la selva ecuatoriana, que para saber de su localización, poder acceder y lograr la autorización para permanecer ahí fuese necesario sólo el interés académico de unos “estudiantes” mexicanos. ¡Qué estudiosos!

Valga la oportunidad para destacar el enorme repudio que la gran mayoría de los colombianos tienen por las FARC, grupo guerrillero con casi 50 años de vida que se mantiene gracias a las multimillonarias sumas de dinero obtenidas por el secuestro, la extorsión, el chantaje, el terrorismo y sobre todo, por el narcotráfico a los que se dedican desde hace décadas. Tales son sus verdaderas y reales razones de ser y existir: lo demás es demagogia. En Colombia todo mundo lo sabe, por eso respaldan a su sistema democrático, incluyendo partidos y gente de las izquierdas. Quien esto escribe vivió en éste país y le constan por experiencia dichas opiniones abrumadoramente mayoritarias en todas las clases sociales.

Esos “profesores” (como el papá de la mexicana activista de las FARC) lucen como sacerdotes de un culto ideológico, se empeñan en desubicar a los chicos de la realidad, en dotarlos de instrumentos y herramientas para otro sistema, el marxista-leninista, que ya no existe en ningún lado (salvo en los renegados y esperpénticos regímenes totalitarios de Corea del Norte y Cuba, donde los déspotas heredan el poder a hijos y hermanos), en lugar de ofrecerles medios e instrumentos para adaptarse, transformar y triunfar en su propia realidad, de enseñar sin prejuicios dogmáticos, ni moralismos pretendidamente superiores, en qué consiste y cómo funciona el sistema en que vivimos, y su respectiva crítica, por supuesto.

Porque si de juzgar moralmente se trata, el comunismo sería el primer condenado sin recurso de apelación alguno: basta ver sus siniestras secuelas. La crítica del capitalismo seguirá siendo no solamente necesaria, sino válida y benéfica, así es como ha evolucionado ese sistema. Al contrario de los países comunistas donde sólo campeaba una ideología y su partido único, en las democracias liberales siempre ha habido, y esperemos que siga habiendo, libertad de expresión, de crítica y de asociación aún para formar partidos antagónicos al capitalismo.

Las críticas al capitalismo, entre ellas el propio marxismo, siempre se han dado dentro de ese sistema: no es casual que Marx y Engels así lo hicieran desde Londres donde obtuvieron asilo y refugio. Las críticas al socialismo dentro de sistemas comunistas siempre han sido ferozmente reprimidas.

Estudiar al marxismo y a los países en donde se implantó el sistema comunista es viable como parte de la historia de las ideas o de las naciones, recordando porqué se colapsaron teórica y prácticamente; estudiarlo tal y como se hace con los otros totalitarismos del siglo XX, a saber, el nazismo y el fascismo.

Pero volvamos a nuestra inquietud: no creo que sea ni práctico ni moralmente válido enseñar a los estudiantes marxismo como si fuese la panacea, presentarlo como científico y verdadero, cuando no lo es, que ha sido contestado teórica, ideológica y políticamente, en todos los sentidos. El comunismo real se colapsó por implosión, es decir, ya no se podía sostener ni económica ni política ni, de manera fundamental, moralmente. Su legado es tan siniestro como el del  fascismo y del nazismo.

A los estudiantes, que en un futuro cercano estarán viéndoselas con la realidad que les tocará vivir, hay que dotarlos de herramientas e instrumentos válidos y útiles para encararla productiva, eficaz y éticamente, no mediante modelos que no puedan utilizar o aplicar por caducidad e inoperancia. Si desde ahora les enseñamos a enjuiciar despectiva y negativamente al sistema en el que habrán de trabajar, es de esperar que tengan serios problemas para adaptarse a la realidad y caigan en trampas de la fe revolucionaria como las tendidas por los profes profetas o las FARC.

Eso no quiere decir, ni mucho menos, que soslayemos la pobreza extrema en México, por ejemplo, esa lacra casi endémica en nuestro país que viene de muy atrás y de compleja naturaleza; es responsabilidad de todos atacarla y luchar contra ella, no con revoluciones ni rebeliones armadas, sino mediante reformas, voluntad y trabajo. Los países más desarrollados económica y socialmente tuvieron que haber vencido alguna vez la pobreza interna: Inglaterra tuvo muchos pobres algún día no muy lejano por cierto, Francia lo mismo y Chile, Singapur o Taiwán también.

A los profes marxistas, esos nostálgicos resentidos y melancólicos, hay que recordarles que la revolución armada ya no es viable, posible ni deseable; el comunismo se colapsó mundialmente en todos los ordenes, su fracaso no solo fue monumental sino particularmente criminal, genocida. Ya salgan de esa perenne rebeldía adolescente, paranoica y laberíntica: regresen a la realidad. Su extravío no les exime de la responsabilidad por extraviar a sus alumnos. Con un poco de paciencia y ganas, podrán recobrar la cordura y el sano juicio.

La democracia, aunque aún en pañales, llegó para quedarse junto al liberalismo social y de mercado, que dicho sea de paso, nunca ha logrado implantarse plena y debidamente en México; en nuestro país padecemos un sistema de mercado contrahecho por retazos y ocurrencias, amén de monopolios, duopolios y concentraciones vergonzosas de riqueza en unos pocos; hay que fortalecer y consolidar aquellas vías paralelas, no debilitarlas con aventuras mesiánicas, populistas ni caudillistas. Los cambios se implementan mediante reformas negociadas, pactadas y resueltas democrática, institucional y legalmente.

Lo que el sistema educativo en general y los profesores en particular deberíamos inculcar en los estudiantes son valores y actitudes democráticos, que propicien la tolerancia, el respeto a la diversidad, la igualdad social, la justicia, la resolución pacífica de los conflictos mediante el imperio de la ley en un régimen de derecho y de libertades.

89. Córdoba, la que mezcla el tiempo (Clarín.com del 28/01/01)

Clarín.com  »  Edición Domingo 28.01.2001  »  Zona  »  Córdoba, la que mezcla el tiempo
http://old.clarin.com/suplementos/zona/2001/01/28/z-00615.htm




LUGARES
Córdoba, la que mezcla el tiempo

Fundada en un acto de desobediencia. Crecida con una fuerte impronta conservadora y escenario de fuertes rebeliones. El centro de Córdoba es Patrimonio Histórico de la Humanidad y el pasado 2000 vivió una explosión de actividad cultural.

Por CARLOS DAMASO MARTINEZ. Escritor.
Recorrer las calles de la la ciudad de Córdoba es comprobar esa obvia certeza de que en las ciudades el tiempo no sólo transcurre. También se acumula, se desplaza y se superpone. El presente está allí y el pasado permanece, es visible. La simultaneidad de tiempos es palpable.

Hacia 1845, Sarmiento en el Facundo describía ciertas señas de identidad de Córdoba. Destacaba la presencia de un "bellísimo paseo" alrededor de un estanque rodeado de árboles y "encerrado bajo una reja de hierro forjado". Probablemente se refería al primer trazado de lo que hoy es el Paseo Sobremonte. La iglesia de la Compañía de Jesús y la Universidad, construida por los jesuitas entre 1600 y 1674, como la presencia de la catedral y otros conventos situados en pocas cuadras, le reafirmaban esa percepción inicial del paseo y le hacían ver a la ciudad entera como "un claustro encerrado entre barrancas". Para Sarmiento, Córdoba era una ciudad colonial que taponó sus oídos ante la Revolución de Mayo. Pero también para él, a partir de 1816 el "ilustrado y liberal Deán Funes" renovó los estudios universitarios y "la juventud cordobesa encaminó sus ideas por nuevas vías".

Esas primeras formas de la ciudad han sido siempre su centro histórico, uno de sus atractivos más ostensibles. Y en el presente, tal vez más que nunca, porque el año pasado la UNESCO declaró "Patrimonio Cultural de la Humanidad" a la manzana que reúne al templo de la Compañía de Jesús, la Universidad, el Colegio Monserrat y a las estancias jesuíticas situadas en el territorio provincial. Pocos años antes de la llegada de los misioneros de Ignacio de Loyola, la ciudad había sido creada por Jerónimo Luis de Cabrera, un 6 de julio de 1573, en un acto de arrojo y desobediencia. Cabrera por ese entonces era gobernador de Tucumán, una avanzada del virreinato del Perú.

Sin órdenes expresas dejó su puesto y se aventuró más hacia el sur, donde luego de luchar contra los indios comechingones, fundó, junto al río conocido por los indígenas como Suquía, un poblado que llamó Córdoba de la Nueva Andalucía. Por este hecho inconsulto fue ajusticiado un año después por orden del virrey.

Si alguien recorre hoy la ciudad puede comprobar que la arquitectura de su etapa fundacional —y la de los siglos XVII, XVIII y XIX—, alcanza a cubrir unas escasas manzanas y mantiene a grandes trazos ese perfil que observaba Sarmiento. No es casual que por la existencia de tantas iglesias y monasterios, uno de sus poetas locales más venerado, Arturo Capdevila, la llamó "la ciudad de las campanas".

Como todo espacio urbano, Córdoba tiene su plaza principal, el Cabildo y la Catedral. El monumento a San Martín en su centro (erigido hacia 1916) da el nombre a la plaza, cuyo primer trazado se remonta al año de 1577. A su alrededor, durante centurias, ha palpitado la vida pública cordobesa y se encuentran algunas casas de comercios y bancos, dos hoteles importantes (el Plaza y el que fuera el Palace), el Teatro Real, un par de confiterías y la entrada de una galería comercial. El antiguo Cabildo (terminado de construir a fines del siglo XVIII por el Marqués de Sobremonte) fue, durante mucho tiempo, la sede de la jefatura policial de la provincia y hasta hace algunos años se podían ver en su frontispicio las huellas de las metrallas de un duro combate durante la llamada "Revolución Libertadora", de 1955. Hoy es uno de los centros culturales más concurridos de la ciudad.

Entre el Cabildo y la Catedral está el pasaje Santa Catalina, una callecita empedrada que en la antigüedad fue lugar de fusilamientos y caballería policial, y durante la época de la dictadura militar, entrada furtiva de presos políticos que engrosaron las listas de desaparecidos.

La Catedral es sin duda el emblema de la arquitectura cordobesa. Si se la mira desde la plaza pueden contemplarse sus torres imponentes y la majestuosa cúpula. Se comenzó a construir en 1574 y se concluyó dos siglos después, lo que explica la superposición de estilos, esa mezcla de barroco y formas románicas.

También frente a la plaza, sobre la calle Rosario de Santa Fe, se conserva el Oratorio del Obispo Mercadillo, una angosta y singular construcción del siglo XVII. Actualmente restaurada, contrasta con la vecina modernidad del complejo arquitectónico del Centro Municipal de Exposiciones, inaugurado en 1980. Por este edificio, el Teatro Real y el Cabildo transcurre, entre otros espacios, la intensa actividad cultural que vive últimamente la ciudad.

Para quienes viven o han vivido muchos años en Córdoba, transitar por la antigua manzana de los jesuitas es tal vez un acto más. Es probable que para los alumnos del Colegio Monserrat, o para quienes alguna vez cursaron Derecho en las aulas del tradicional edificio de la Universidad, sea más difícil aún apreciar su valor histórico. Se hace necesario buscar el apropiado distanciamiento para afinar la percepción.

Las visitas guiadas que ofrece gratuitamente la Dirección de Promoción del Turismo se inician recorriendo la Iglesia de la Compañía de Jesús, el templo más antiguo de la Argentina, construido entre 1640 y 1671. En poco más de una hora es posible apreciar el diseño, los frisos, las capillas, el retablo y la originalidad de los techos de la cúpula y la bóveda de la nave, que fueron realizados por el jesuita Phillipe Lemair, a modo de una quilla de barco invertida, armada con maderas traídas del Paraguay. Gracias al trabajo de preservación histórica se hace visible la unidad espacial y funcional de la edificación jesuita, que reunía —e intercomunicaba— la Iglesia, el noviciado, el colegio, la residencia y la sede del provincialato de la orden. Contigua a la iglesia principal, hacia su derecha, se encuentra una capilla destinada a los indios y a los esclavos negros. Respetuosos de las estructuras de clase de la época, hacia el lado izquierdo del templo principal los curas habían construido otra capilla para los colonos españoles. En este espacio se levantó después el majestuoso Salón de Grados de la Universidad.

Hacia el centro de la manzana se encuentra la llamada Capilla Doméstica, erigida sobre una primitiva ermita. Se ha recuperado el antiguo acceso que comunicaba la Iglesia y estas capillas con el recinto de la Universidad, creada en 1613, lo que la convierte en la más antigua del país y en una de las primeras de América del Sur, y por la cual Córdoba adquirió el calificativo de La Docta. En su primer piso se encuentra la Biblioteca Mayor, que conserva una rica colección de incunables, y la biblioteca personal de Dalmacio Vélez Sársfield. Pueden contemplarse, además, unos 400 volúmenes de los libros de la biblioteca jesuita original, que retornaron desde Buenos Aires el año pasado.

Por otros pasillos y galerías se llega al Colegio Nacional de Monserrat, donde estudiaron algunas figuras ilustres como el Deán Gregorio Funes, Juan José Paso y el general José María Paz. Aunque hay otros alumnos menos venerables que hicieron historia, como el dictador del Paraguay, José Gaspar Rodríguez de Francia. Se sabe, y es leyenda ya, que por debajo del Colegio Monserrat se encuentra una de las entradas a los túneles que recorren el centro cordobés uniendo, como un sinuoso laberinto, iglesias y conventos. Sarmiento relata una breve anécdota de crueldad que ocurre en esas profundidades y que tiene como protagonista al por entonces estudiante y futuro dictador paraguayo, que Augusto Roa Bastos recrea en su famosa novela Yo, el supremo. Esos túneles fueron además noticia en épocas de violencia política y se llegó a hablar de que podrían haberse usado para colocar explosivos.

Córdoba se fundó en una hondonada, en el valle del Suquía, y en su desarrollo urbano fue adquiriendo una "topografía curiosa", como señala el historiador cordobés Roberto A. Ferrero. Por eso, durante muchos años, fue muy popular llamar a la ciudad simplemente "el pozo". Alguno de los intelectuales locales, como Alfredo Terzaga, ha preferido usar la metáfora del "embudo" y otros hasta la de "plato sopero". Daniel Moyano, escritor argentino que vivió su infancia en la provincia, empieza su novela Una luz muy lejana, destacando esta peculiaridad. "Desde los bordes —dice—, adonde le gustaba ir y sentarse durante horas para mirar, la ciudad parecía distinta.(...) Las iglesias, generalmente altas, parecían otras tantas fábricas despidiendo humo por sus chimeneas. La ciudad, además, tenía una aureola, como si fuese la cabeza de un gran santo".

Esta mirada de Moyano se corresponde con la Córdoba ya industrial de los años sesenta. Todavía hoy, si se llega por la ruta 9 se pueden contemplar, desde las barrancas del barrio Maipú, los vestigios de esa ciudad pozo. Pero como señala Ferrero, esa visión es ahora un anacronismo. La ciudad se ha extendido desde el centro del "pozo" hacia las barrancas que la rodean y es "un conglomerado cuyos confines no alcanza a percibir la mirada".

Hacia fines del siglo XIX, Córdoba no quedó al margen de los cambios producidos en el país. Vivió los avatares renovadores de la llegada del ferrocarril en l870, la fundación de la Academia de Ciencias y la construcción del Observatorio Astronómico. Sin embargo, recién empezaron a darse cambios urbanos más importantes entre 1910 y 1920, cuando se establecieron algunas industrias manufactureras y se produjo la Reforma Universitaria de 19l8. Protagonizada por los estudiantes, sus ideas de autonomía universitaria se extendieron por todas las universidades de la Argentina y Latinoamericana.

Durante la década del veinte las calles Colón y General Paz se hicieron avenidas, comenzaron a construirse nuevos barrios y la ciudad fue prolongándose hacia las barrancas que la rodeaban. Las denominaciones de barrios en "altos" y "bajos" tiene que ver con esta peculiaridad. Por ejemplo, Alta Córdoba, Alto Alberdi y Bajo General Paz. El Parque Sarmiento y el Zoológico se realizaron aprovechando una de las barrancas más altas.

El arroyo que cruzaba la ciudad, y continuamente se desbordaba, fue encauzado y se convirtió en ese canal de piedras blancas llamado la Cañada, quizás una de las marcas más claras de identidad urbana. Es una de las avenidas más bellas de la ciudad. Caminar bajo la sombra de las frondosas acacias que la bordean y asomarse de tanto en tanto para mirar el hilo de agua que la recorre, forma parte del placer del caminante. Así como la Cañada, un lugar especial de la ciudad es el Paseo Sobremonte. Aunque no conserva el lago al que alude Sarmiento, los añosos plátanos que lo conforman y los próximos edificios de Tribunales y la Municipalidad, contribuyen a afianzar su "aura" urbana.

Si bien hacia 1930 ya se habían creado la Fábrica Militar de Aviones y DINFIA, dos empresas estatales, con la instalación de la industria automotriz privada en los 50 es cuando la ciudad se moderniza y desarrolla. A los barrios de la burguesía y la clase media —como Nueva Córdoba, Cerro de las Rosas o Alta Córdoba—, se les van a ir sumando hacia la periferia, y cercanos a las fábricas, los barrios obreros.

La zona arquitectónica más europea y próxima al centro es Nueva Córdoba. En torno de la Plaza España se construyeron casas y edificios de estilo francés. Uno de los que se destaca es el Palacio Ferreira, realizado hacia 1916 para residencia. Se comenta que durante su estada en la ciudad vivió allí Lawrence Durrell.

Otro es el edificio del Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa, de la misma época, diseñado por el arquitecto Juan Kronfuss. En un predio cercano, en 1946 fue edificada la Ciudad Universitaria, por la Fundación Eva Perón.

Entre los barrios populares están San Vicente, famoso por sus carnavales y por la picaresca urbana que la dramaturgia cordobesa supo rescatar, y el Barrio Clínicas, territorio de pensiones de estudiantes provincianos y latinoamericanos, ubicado en la cercanía del Hospital de Clínicas. Como decía el ensayista José Aricó, Córdoba es una zona de fronteras. Y el Barrio Clínicas supo reunir estudiantes que venían de distintas fronteras. También fue el escenario de numerosas revueltas estudiantiles y lugar de mayor resistencia popular durante el Cordobazo, de 1969.

Córdoba tiene más de 1.300.000 habitantes y ha cambiado mucho. Es una ciudad moderna, tal vez la más importante del interior. Los estudiantes ya no habitan el Barrio Clínicas: los nuevos jóvenes que vienen a estudiar, se ubican ahora en confortables departamentos de Nueva Córdoba, un barrio que en una época reunía a familias de la clase media alta y ahora es zona también de restaurantes, y pubs.

En las últimas décadas hubo grandes transformaciones urbanas. En los 80 se remodelaron peatonales, calles del centro histórico, la Plaza España y otros paseos. Luego, en los 90, llegaron los shoppings, que no lograron reemplazar del todo a las tradicionales galerías del centro.

Durante estos últimos años, Córdoba tuvo también su gran artista. Antonio Seguí colocó sus monumentales esculturas ("El hombre urbano", "La mujer urbana" y "Los Niños Urbanos") en puntos estratégicos de la ciudad. También se sumaron las costaneras del Río Primero o Suquía, que permite recorrer la ciudad de una punta a otra, entre otras obras que la permiten transitar con mayor rapidez. Y si a esto se le suma la intensa actividad cultural —festival de teatro, conciertos, conferencias— realizada durante 2000, podría decirse que la ciudad ha dejado de ser, ya hace tiempo, el "claustro encerrado entre barrancas" que veía Sarmiento.

88. LA CONTRAARGUMENTACIÓN

https://castellano-eap.wikispaces.com/La+contra+argumentaci%C3%B3n


La contra argumentación


1. La argumentación es:

La argumentación es la defensa de una opinión con la cual podemos persuadir un receptor que esta relacionado con los siguientes aspectos: la lógica, la dialéctica y retorica. la logica: es el razonamiento humano. la dialéctica: procedimiento que se pone para probar algo. y, la retórica: es el uso de recursos lingüísticos con que podemos persuadir los afectos, las emociones, las sugestiones, entre otras.

También se puede decir que la argumentación es un tipo de exposición que tiene como finalidad defender con razonamiento una tesis, es decir, una idea que se quiere probar.


2. Clases de argumentación

3. Usos de la argumentación 

Se usa para dar otro enfoque a la tesis,desacreditando por medio de contra argumentos la tesis planteada primeramente; negando así el primer argumento, para poner
su propia tesis basada en la conclusion que se ha llegado.(leandra) mas que todo esto de trata de un complejo modelo y de análisis en la que subyace una concepción
estructura del raciocinio y los usos de racionalidad humana también es una concepción sobre la aplicación de la lógica y conceptos específicos también basada en el respeto y la verdad.


4. La contra argumentación

5. Estructura de la contra argumentación

Son textos argumentativos aquellos que tienen como finalidad convencer a alguien sobre algo con razones que se desarrollan siguiendo unas estructuras y recursos determinados.

la contra-argumentación consiste en hacer notar los errores de la argumentación contraria.

también debemos tener en cuenta para una contra-argumentación ensayos y documentos que nos ayude a probar lo que decimos.

en una contra-argumentación se habla con seguridad de lo que se esta diciendo para así tumbar la argumentación contraria con nuestras pruebas y todo lo que presentemos en el momento que hacemos una contra-argumentación.



6. Usos de la contra argumentación

7. Bibliografía

87. AUTOESTIMA

86. ARGUMENTACIÓN PARA LA REFUTACIÓN

85. MANUAL DE PERIODISMO INDEPENDIENTE por Deborah Potter

84. REDACCIÓN Y ESTILO PERIODÍSTICO

83. CURSO GRATUITO DE ESCRITURA CREATIVA de Escuela de Escritores.com

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